miércoles, 15 de mayo de 2013

San Isidro Labrador

En el día de San Isidro Labrador, patrono de mi municipio.



Nací en Vicente López, pero desde que tengo días vivo en Boulogne Sur Mer, en San Isidro. Acá cursé la mayor parte de mis estudios, y también conocí a la mayoría de mis amigos. Di mis primeros pasos en el mundo laboral. Soñé, trabajé, estudié, me ilusioné y me desilusioné. Y hoy, después de más de 23 años, sigo soñando con un San Isidro más justo, y meditando sobre la mejor forma de llevarlo a la práctica.


¿Cómo lograrlo? Hay muchos caminos. Uno es el de involucrarse en las distintas organizaciones sin fines de lucro que existen en el municipio. Hay laicas, religiosas, dedicadas a la niñez, a las personas mayores, al medio ambiente, al trabajo en barrios de emergencia... en fin, para todos los gustos. Para aquel que no conozca a las instituciones de la zona, puede encontrar una gran cantidad de ONG en el mapa de Quiero Ayudar, donde aparecen los organismos que buscan voluntarios y donaciones.


Otro es el de la participación en los partidos políticos. En definitiva, por más voluntad que haya en las ONG, el presupuesto del municipio, y ni hablar de la provincia de Buenos Aires o del Estado Nacional supera holgadamente los miles de millones de pesos. Es muy importante que haya concejales, diputados y demás funcionarios públicos comprometidos con la problemática local.


¿Y qué alternativa queda para el que no se siente cómodo ni en un partido político ni en una ONG, o no tiene el tiempo ni el dinero suficientes para colaborar en este tipo de instituciones? Sin dudas, lo primero siempre es cumplir con las responsabilidades. No hay mejor forma de construir una ciudad y un país mejor que con una ciudadanía abocada a la familia, al estudio y al trabajo. Y también, por qué no, resulta un gran aporte interesarse por la realidad municipal. Leer los periódicos zonales, conversar con gente que vive distintas realidades y, así, estar al tanto de lo que ocurre en el partido, para tener un mejor diagnóstico de las fortalezas y debilidades del municipio y, en este año electoral, saber elegir con más información a nuestros representantes.

Me despido con una pequeña devolución que he querido darle a San Isidro: la escarapela municipal. Espero que la blancura de los ideales de sus ciudadanos y el verde de una naturaleza siempre presente brillen cada día más.

lunes, 13 de mayo de 2013

El Megáfono Papal

A dos meses de la elección de Jorge Bergoglio como Papa, ¿Cambió algo en Argentina? ¿O todo sigue igual?



Soy de la idea de que este es un hecho trascendente en la historia nacional. Que sea trascendente no implica, claro, que sea positivo o negativo. Se puede sostener que Argentina ha dado al mundo un líder con las mejores cualidades humanas o, por el contrario, que Francisco carece de aptitudes morales y que la Iglesia Católica es una institución retrógrada, pero negar la relevancia de la Iglesia y de su pontífice resulta un argumento difícil de sustentar, más aún pensando que un papa americano es un hecho sin precedentes en los casi dos milenios de historia del cristianismo.

¿Cambia algo para el país? A menos de un mes del comienzo de su pontificado sufrimos una de las peores inundaciones de nuestra historia. Quien suba a un tren (si no es suspendido el servicio) va a encontrarse con niños y personas con capacidades diferentes pidiendo limosna. A simple vista, todo sigue igual.



Pero algo cambió: el megáfono papal. Argentina, además de ser el país de los asados, el tango y el fútbol, hoy es la tierra del Papa. Si hay una inundación o un incendio, los medios internacionales van a cubrirlo con más énfasis. Si sufrimos un accidente de tránsito, también va a ganar mayor repercusión. Ídem si un político pronuncia un exabrupto. Toda ley que sea tratada también será analizada con más entusiasmo. Todo lo que ocurra en este suelo va a ser oído por una mayor audiencia que hace dos meses.



Francisco nos deja una gran responsabilidad por delante. Hoy los políticos, científicos, periodistas, académicos, artistas, gremialistas, deportistas y demás figuras reconocidas del país tienen un megáfono que difunde con más fuerza sus palabras y obras. Pero también todo argentino, desde el lugar donde esté, está construyendo (o destruyendo) un país que es una ventana al mundo. Si nos despreocupamos y no intentamos cambiar nuestros vicios, transmitiremos un mensaje de desazón al planeta. Pero si, con nuestras acciones cotidianas, nos proponemos edificar una nación basada en el respeto, el trabajo, el conocimiento y la equidad, el mundo escuchará gracias al megáfono papal un potente discurso en favor de la justicia y se infundirán en los ánimos la esperanza y la solidaridad.